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Verano y Vacio comienzan con V

Llegamos al taller de escritura con una mezcla de emoción y expectativa. Ya casi me sentía en familia antes de arribar porque una de las organizadoras del evento se ofreció bondadosamente a transportarme y, para mi sorpresa, también viajaron con nosotras la instructora y dos participantes más; así que para cuando entramos al salón ya habíamos compartido historias y risas.  Las aulas solitarias marcaban la estación veraniega, los pasillos silenciosos y los asientos vacíos compartían una cierta nostalgia por el ruido de los pasos y la algarabía de los jóvenes que probablemente ni se acordaban de la universidad en esos momentos. Comenzamos con una invitación a escribir en pocas palabras nuestra historia y lo que nos había llevado a participar.  Aparte de las anotaciones en mi diario, no escribo; así que después de un párrafo muy formal anunciando mi nombre, procedencia y generalidades por el estilo, quedo en el limbo, sin saber cómo continuar.  Mi mente es una pizarra en blanco; “¿y ah